Categorías Pensamiento

06.02.2024

Teatro de Arte para "Coralina"

per Albert Reverendo

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UNA VENTANA IMAGINARIA

Abrimos una abertura sobre unos paneles de madera pintados de blanco que simulaban las paredes de una cocina, con sus dos contraventanas y los cristales que protegían el interior de las inclemencias del tiempo. Era la ventana de "Una giornata particolare", que realizamos en la temporada 2015-2016 en el Teatre La Biblioteca, donde Antonietta y Gabrielle se reencontraban una y otra vez. A través de ella miraban las calles de esa Roma fascista y extraña, y la luz teñía toda la escena traspasando los cristales.

Nosotros sabemos que aquello era una convención, porque detrás de la ventana no se insinuaba ningún paisaje, ni unas nubes que se acercaran anunciando lluvia o el indiscreto balcón de unos vecinos del frente que espiaran. En realidad, a través de esa ventana solo se veían los sillares de piedra de la antiquísima pared del Teatre La Biblioteca. ¡Y por eso mismo era maravillosa! Porque solo existía en la cabeza del espectador, y todo lo que se veía salía de la vida de unos actores y de la imaginación que cada uno vertía sobre unas piedras.

Detrás de esta ventana se intuye uno de los enigmas teatrales más profundos y sorprendentes. Un principio del arte del espectáculo que La Perla 29 redescubrimos cada vez que nos embarcamos en un nuevo montaje en La Biblioteca. La creación de unos espacios y de unos tiempos que no existen y que, sin embargo, parecen más reales que la realidad misma. Una manera de estar en el mundo que solo es posible cuando jugamos a hacer equilibrios sobre la cuerda floja de la verdad y la mentira. Esta cuerda floja, estamos convencidos, es uno de los hilos que unen las tradiciones teatrales más antiguas con las que aún están por venir: activar la imaginación en el hecho colectivo de establecer un pacto de ficción sobre el espacio y la vida que emiten los actores. Crear, en definitiva, una historia conjunta a caballo entre un mundo y otro.

 

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LOS REFERENTES DE ESTA SIRVIENTA AMOROSA

En La Perla encontramos el rastro de este hilo en muchos proyectos del denominado teatro de arte, algunos de los cuales nos acompañan desde hace tiempo y otros que descubrimos en cada espectáculo nuevo. Si bien es posible que esta expresión, "teatro de arte", pueda parecer ambigua, para nosotros es un buen anclaje creativo, una manera de concentrar muchos de estos referentes y de orientar nuestra búsqueda. Reconocemos en todos ellos una cierta manera de entender el espacio teatral, el tratamiento de los materiales escénicos, el repertorio, una manera de construir la relación entre actores y espectadores, la creación de un público, la gestión de un lugar de creación, la vida de una troupe artística, el impulso del compromiso fuerte con lo que se está haciendo...

Nuestra Coralina nace con la voluntad de conectar con todo esto: tomar el texto clásico de Goldoni habiendo pasado por los aprendizajes del Teatre Lliure de Puigserver y de la versión que dirigió Lluís Pasqual en el año 1997, por "Un dels últims vespres de carnaval" del mismo Teatre Lliure (temporadas 84/85 y 90/91), pasando por la aproximación a Goldoni que abrió Luca Ronconi en el Teatro Comunale de Gubbia en el año 1986 con "La serva amorosa" (que llegó al Mercat de les Flors dos años más tarde), por la evolución de los múltiples "Arlecchino, servitore di due padroni" de Giorgio Strehler con escenografías del admirado Ezio Frigerio en el Piccolo Teatro de Milán (1947 y 1952-53). Pero también nace a partir de la concepción del espacio de representación de Jean-Guy Lecat y Peter Brook, del fuerte sentimiento de colectivo de las compañías de Wajdi Mouawad, de la aproximación histórica de Svetlana Aleksiévitx...

En todo ello reconocemos un teatro de arte, quizás herederos indirectos de aquel Teatro de Arte que Stanislavski fundaba en el año 1898 en Moscú con el espíritu de compañía y de un teatro accesible abierto a todos, que dio lugar al fascinante "Hamlet" de Gordon Craig (1912). Cada uno desde sus aportaciones y las apuestas particulares, son sedimentos del recuerdo de la belleza de donde nace esta Coralina, la sirvienta amorosa.

 

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LOS MUROS VIVOS DEL TEATRE LA BIBLIOTECA

Fabià Puigserver afirmaba que "el espacio teatral es un espacio a dominar". Es cierto, en el teatro son las paredes las que nos determinan, por más antiguas que sean. En Coralina, estas paredes robustas aparecen tal como son en el propio edificio, vivas y neutras, sin decoración. Hacer teatro en este espacio siempre nos pone en relación; a veces las hacemos desaparecer (como en Filumena Marturano, o Dansa d'agost), otras resuelven el espacio escénico (Només la fi del món, Cyrano de Bergerac) y en otras ocasiones estableces un diálogo mixto (como en La giornata o en Boscos). En todo caso, siempre debes tomar una decisión y enmarcar tu apuesta en la singularidad de esta sala.

Hace unos años pudimos organizar un encuentro con el escenógrafo Jean-Guy Lecat en el Teatro La Biblioteca. Nos explicaba, a partir de sus experiencias con Peter Brook, que le gustan los muros neutros y vivos porque no indican una época, sino que la significan con el vestuario y el mobiliario. Esta es la apuesta de nuestra Coralina. Marcar la época solo con algunos muebles y con el vestuario confeccionado expresamente para el espectáculo. Esto permite que la acción de los actores sea más libre, más actual, menos incrustada toda ella en un cuadro plástico. Sin borrar el juego de una obra de época, cobra más importancia el hecho teatral, el encuentro presente entre un público y una compañía. Es en este sentido que las imágenes surgen de la vida que los actores emiten y los muros son importantes porque proyectan su energía.

"La imprecisión de Goldoni en la acotación que se refiere al primer lugar escénico de La serva amorosa: 'una estancia de la casa de Ottavio' es, desde el punto de vista de la dramaturgia, una invitación a concebir este lugar no como un espacio determinado, puramente decorativo o expresivo en sí mismo y destinado a crear un ambiente alrededor de los personajes, [...] sino un espacio-personaje que sea la emanación y la caja de resonancia de los personajes. [...] La máquina del vacío está presente para que los caracteres puedan encontrar en el espacio su expansión justa y manifestar entonces su posible plenitud."

Roberto Tessari (1988). De Goldoni a Ronconi. Objetos en un espacio absoluto. El Público, núm. Págs. 13-14. Traducción propia.

Así lo recoge Roberto Tessari, profesor de la universidad de Turín, en un artículo sobre La serva amorosa de Ronconi publicado en la revista El Público. Nosotros hemos seguido esta misma estela, donde encontramos algo del teatro de arte que perseguimos. Nos gusta la idea de que el espacio real y el espacio ficticio se mezclen, que cada espectáculo descubra una posibilidad no imaginada del propio edificio teatral. Como si ganara vidas posibles en cada espectáculo, como un actor más del repertorio. Los muros de La Biblioteca nos llevan a esta preciosa frontera entre dos mundos y albergan dentro de sí un espacio vacío que redescubrimos en cada montaje a través de distribuciones de público y escena diferentes. Esto es posible porque este espacio vacío no fue originalmente pensado como teatro, y cada montaje demanda un posicionamiento sobre la relación con este "espacio a dominar". El espacio vacío siempre es el punto de partida. Para nuestra Coralina hemos recuperado la antigua fórmula de las mesas de Commedia dell'Arte que se montaban en las plazas, donde el público creaba el entorno del teatro.

 

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EL PÚBLICO CREA EL ENTORNO DEL TEATRO

En su momento, compartíamos con Jean-Guy Lecat que el espacio de La Biblioteca propicia una sola estética de espacio, donde el público y la escena están integradas. Lecat lo resumía en una fórmula que encontramos muy acertada: "el público crea el entorno del teatro". En Coralina esto es muy palpable porque la escenografía es mínima (el muro de piedra desnuda con dos ventanas de la propia sala y unos tablones azulados y granates que marcan el suelo). Lo que marca el espacio escénico respecto al resto de la sala es la disposición del público a tres bandas: tres gradas que abrazan y delimitan el espacio como si dijeran: "los espectadores nos sentamos alrededor de esta tarima y os definimos el espacio de juego". Es el público quien crea el entorno del teatro.

Este "entorno del teatro", además de ser una cuestión física y de disposición espacial, hace referencia también a la experiencia artística que se genera, es decir, al hecho teatral que público y compañía construyen juntos. El público tiene un papel activo, delimita y concentra la escena, le da vida desde la recepción activa; como un hilo invisible que une público y escena y que solo está tenso si se sujeta con atención desde cada lado. Peter Brook lo explicaba así:

"Si hablamos de la participación del público, ¿qué queremos decir? [...] Es transformarse en un cómplice de la acción y aceptar que una botella sea la Torre de Pisa o un cohete a la Luna. La imaginación con gran felicidad jugará a este tipo de juego con la condición de que el actor no esté en ningún lugar."

Peter Brook (2002). La Puerta abierta, Alba Editorial, Barcelona, p. 38

Este espacio vacío es el punto de partida, la preparación abierta de un viaje que actores y público harán juntos. La gracia está en que el viaje siempre se moverá entre dos mundos a la vez: la realidad y la ficción. Y esto resulta especialmente rico en un espectáculo de Goldoni, donde los personajes están a caballo entre los antiguos arquetipos de la Commedia dell'Arte y un realismo cotidiano propio de Chéjov. Goldoni construye unas situaciones cómicas perfectamente verosímiles y las intercala con la expresividad hiperbólica de una máscara y con apartes irónicos sobre las propias escenas que estamos viendo.

Esto significa que el pacto de ficción entre público y escena debe pasar por esta doble realidad, tal como jugábamos en nuestra Giornata Particolare, cuando teníamos una ventana que daba a los ladrillos de la pared de La Biblioteca. La ficción nunca se instala del todo y, cuando lo hace, ocurre en la mente del espectador.

Cuando hablábamos con Jean-Guy Lecat, nos señalaba que en el teatro rápidamente desciframos las imágenes, y de inmediato necesitamos otra. En cambio, las imágenes producidas por nuestro imaginario están ligadas al sufrimiento de cada uno y a todo lo que hemos vivido, de manera que podemos verlas múltiples veces y sentirlas también múltiples veces. El juego no se agota, especialmente en un espacio vacío a tres bandas donde los personajes hacen evidente el pacto de ficción y cada espectador debe completar el mundo imaginario que los actores emiten. En esta línea, Peter Brook también escribía en La Puerta Abierta: "En el teatro, la imaginación llena el espacio. [...] Paradójicamente, cuanto menos elementos le demos, más contenta estará, porque la imaginación es un músculo que disfruta jugando a juegos".

Por lo tanto, el espectador crea el entorno del teatro porque en La Biblioteca delimita el espacio escénico, en este caso a tres bandas, y también porque completa los mundos imaginarios, que nos gusta que nunca estén completamente cerrados, recogiendo la vida que los actores emiten como si dijera "continúa, te estoy siguiendo". Todo parte del espacio vacío de La Biblioteca, que alberga una estética de espacio único que se transformará conjuntamente en cada espectáculo.

Nos gusta pensar, además, que cuando este juego es estable en el tiempo, el público también crea el entorno del teatro como lugar de encuentro dentro de la ciudad y el país. Nuestro teatro existe porque cada vez decimos a los espectadores: "esto es un teatro", y deciden creerlo y seguirlo. El entorno del teatro, en este último sentido, tiene que ver con una historia colectiva sostenida en el tiempo, la voluntad de entender el mundo a través del teatro y de la vida de La Perla 29. El público crea el entorno de esta vida teatral igual que crea el entorno de cada espectáculo. Esto no sería posible sin una relación de compromiso, de placer y de atracción, con la implicación en un proyecto, creer en él y formar parte de él. El entorno del teatro, en este sentido, es un hecho social que se renueva en cada montaje. Un diálogo que esta vez les proponemos con Coralina, la sirvienta amorosa.

Albert Reverendo
Coordinación artística y contenidos
 

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